domingo, 27 de julio de 2008

Reflexion de domingo para toda la semana

Pensando últimamente en como se va la vida pese a que todavia falta camino por recorrer(esa soberbia del ser humano que me hace suponer siempre que hay un mañana),encontré este poema de Nicanor Parra que encaja con lo que venia pensando de qué hacer con el tiempo por venir , o sea hacer algo de ese tiempo.Ojala pueda empezar esta semana.
MSV

Último brindis
Lo queramos o no
sólo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.

Y ni siquiera tres
porque como dice el filósofo
el ayer es ayer
nos pertenece sólo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojó
no se le puede sacar otro pétalo.

Las cartas por jugar
son solamente dos:
el presente y el día de mañana.

Y ni siquiera dos
porque es un hecho bien establecido
que el presente no existe
sino en la medida en que se hace pasado
y ya pasó...
como la juventud.

En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana:
yo levanto mi copa
por ese día que no llega nunca
pero que es lo único
de lo que realmente disponemos.
Nicanor Parra

jueves, 17 de julio de 2008

Esa es tu pena

Ésa es tu pena.
Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras
y el perfume del viento que acarició el plumaje de los amaneceres que no vuelven.
Colócala a la altura de tus ojos
y mira cómo irradia con un fulgor azul de fondo de leyenda,
o rojizo, como vitral de insomnio ensangrentado por el adiós de los amantes,
o dorado, semejante a un letárgico brebaje que sorbieron los ángeles.
Si observas al trasluz verás pasar el mundo rodando en una lágrima.
Al respirar exhala la preciosa nostalgia que te envuelve,
un vaho entretejido de perdón y lamentos que te convierte en reina del reverso del cielo.
Cuando la soplas crece como si devorara la íntima sustancia de una llama
y se retrae como ciertas flores si la roza cualquier sombra extranjera.
No la dejes caer ni la sometas al hambre y al veneno;
sólo conseguirías la multiplicación, un erial, la bastarda maleza en vez de olvido.
Porque tu pena es única, indeleble y tiñe de imposible cuanto miras.
No hallarás otra igual, aunque te internes bajo un sol cruel entre columnas rotas,
aunque te asuma el mármol a las puertas de un nuevo paraíso prometido.
No permitas entonces que a solas la disuelva la costumbre, no la gastes con nadie.
Apriétala contra tu corazón igual que a una reliquia salvada del naufragio:
sepúltala en tu pecho hasta el final, hasta la empuñadura.

Olga Orozco

martes, 8 de julio de 2008

ALBOROTOS, MARCHAS Y PATALEOS

Cada uno grita y patalea desde el lugar que puede. O que le toca. Desde la zanja, el patio, la azotea, el balcón terraza o el pent house. Cada uno va con lo que tiene: pasamontañas, palos, cacerolas o velas. Con ropas de oferta o vestuario caro. O si quiere, desnudo. Y con cultura de descarte, de obelisco, de barrio o de country. De heterosexual o de travestido. Cada uno adhiere a una marcha o a una contramarcha si tiene ganas. Y si tiene desgano adhiere al desgano. Y hay marchas que tienen su hinchada y otras que, apenas salen a la cancha, la platea las silba.

Pero todos somos militantes: hasta los que militan en la nada. O los que dicen que no militan sino que se quedan en casa y no se ocupan de política. La neutralidad es también una ideología. Y la indiferencia, una posición activa. Y los santuarios son homenajes furiosos contenidos, porque los "santuaristas" saben que se puede hacer catarsis con una flor pero no con una horca.

Cada uno marcha y grita en pos de algo aunque se quede quieto o aunque haga silencio y tapie las ventanas de su casa. Este es un tiempo social de entrecruzamientos y de cruces, de pulsiones y de reclamos. Reclaman hasta los que están atiborrados porque su ingesta se ha habituado a atiborrarse y a un miligramo menos de bocado lo consideran un ayuno inmerecido. Reclaman los que reclaman por la inercia antropológica del abandono perpetuo y creen ver un intersticio. Reclaman los que no reclaman porque el reclamo les interrumpe el tránsito.

Hay una calentura democrática que algunos ven con miedo en vez de ver con curiosidad apasionada, con desprejuicio partidario y con libertad de credo y de descreimiento.

Hubo aquí un tiempo en el que las únicas marchas permitidas eran las procesiones y los desfiles militares. O los funerales nocturnos subrepticios.

A mí me atrae este clima de discordia dialéctica, de alborotos vecinales, de intolerancias verbales y de oposiciones estéticas. También la duda acerca de dónde está exactamente la verdad ética. Cada situación se realimenta; cada escándalo se discute públicamente con más pasión que en las bancas. La cosa está que arde pero sin llamas.

Los dramas de dos embarazadas violadas en Guernica y en Mendoza; el pensamiento del Episcopado y el de las organizaciones que lo contrarían; la seguridad y la desigualdad: y la manipulación de la tragedia y la sensación de cada sector según su calidad de vida o su fatalidad en la supervivencia; la soja y las vacas, y las retenciones y el costo del asado; las coimas en el Senado y el arrepentimiento retrospectivo; las pasteras uruguayas y la resistencia entrerriana; el indigenismo y el desdén histórico; el gorilismo inmarcesible y la arrogancia del resultado numérico. Ah, me olvidaba, y el radicalismo puro e impuro, aunque la historia va a decir cuál es uno y cuál el otro y a lo mejor su fallo nos sorprende.

Si el Big Bang de Stephen Hawking fue hace millones de años, éste es el Big Bang argentino que nos involucra. Plutón y el FMI dejaron de ser planetas. Los jubilados ya no son calificados como seres humanos insustentables. Cada gritón grita como se le da la gana. Hay derroche de garganta fácil y de escándalo soplado para dar espectáculo y para que la gente no se aburra.

Hay que saber ningunear al fanatismo y al "ningunismo". Y a la solemnidad pacata y a la monserga hipócrita y a los que son capaces de mentirle al psicoanalista y de mentirse a sí mismos porque le tienen alergia a la pelea entre Dios y el Diablo que Dostoiveski cuenta sin decirnos quién vence.

La vida es desprolija, como nosotros.

La Argentina no es Escandinavia. Tampoco el Vaticano.

De a ratos es bella.
Orlando Barone