sábado, 14 de noviembre de 2015

LA MISERIA de Raúl Capote Fernández


Silenciosa se esconde
en el escote de la celebridad de turno
en los escaparates radiantes de las urbes muertas
La miseria se esconde en los noticieros que anuncian sol radiante
en Mikonos, Costa Turqueza, Playa Moroma o Maafushi
En los discursos ahitos de los nostágicos
En los maratones de los filólosofos del día después
Turistas zurdos de la ponencia
especialistas del simpósio que giran años tras años alrededor de la palabra
La miseria se esconde en el silbido de las puertas giratorias
en las jeringas cargadas de humo
Hija bastarda de la derecha, carne de su carne
la torna siniestra el olvido, la costumbre, el hábito de mirar sin verla
cojea por la callles centelleantes con sus perros y paraguas
rota, estrujada, con aliento de zopilote, de aura tiñosa, de cuervos hambrientos
Nadie dice que la miseria huele
que es posible encontrarla de pronto en una esquina, en un pasillo
en un trozo de ventana, al pie de los semáforos.
tiene el olor de la basura
terrible olor a cosa muerta
hálito de boca hambrienta
huele a dolor
a olvido milenario
a paredes mustias
a piel cuarteada
a rebelión perdida
a cañamo y polvo de estrellas moribundas
La miseria es nuestra alma insepulta expuesta a las moscas y la lluvia
es una bofetada
garfio desesperado que se tiende en busca de una puerta
siempre cerrada, siempre sin camino
gira y gira por las grandes ciudades
y pasamos sin verla.

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